En varias ocasiones versamos ávidamente sobre los encuentros del alma, como seres que poblamos unidos estos muros de cobijo pausado adquirido, y encontramos respuestas inverosímiles a toda suerte de preguntas tácticas que ametrallan nuestro pensamiento instantáneo.
Y surgen toda clase de teorías místicas amparadas por una común ilusión de conjunción ancestral y como no, venidera.
Nos imaginamos juntos en otra era, en otra forma o en otra vida. Nos vemos compartiendo un destino común, un encuentro energético permanente, un camino que surgió de la nada, y del que de alguna manera espontanea, comenzamos a formar parte sin fin.
Compartimos con ciertas personas este juego vital, y pienso que por encima de toda esta estructura social existe un nexo cósmico que nos enlaza quizás buscando una finalidad concreta. No somos personas solitarias, y no creo que seamos almas solitarias.
A mi lado siempre ha habido personas que sospecho que siempre han estado junto a mí, y tengo esa profunda sensación que a veces surge en los silencios de la mente, que nuestro camino ha de seguir compartido de una u otra manera.
Así, en estas gratas conversaciones, soñamos con toda clase de reencarnaciones, encuentros pasados, y recovecos espacio temporales donde irremediablemente la parte vivaz de nuestros seres, se hallará una vez más frente a frente, compartiendo un común destino.
A pesar de la dureza de la vida en algunas ocasiones, y sea cual sea nuestro cometido en este mundo, me parece de alivio para el alma pensar en esta conjunción a un nivel sublime.
Puede ser no obstante una vez más, un acto de nuestra mente humana invadida por tantos factores sociales que tienden a humanizar nuestro espíritu y que inconscientemente nos alejan con miedo de una existencia individual, como si nuestra alma, acostumbrada a este tipo de suerte, no pudiera caminar sola.
Se agradece no obstante, el pensamiento compartido, la visión conjunta, la empatía sublime, el abrazo certero, la magia del aliento, y todas las demás ideas que podamos imaginar.
Sea como sea, imaginemos juntos nuestro destino, aunque solo sea por que parece una linda historia.
Un abrazo.
Toño Molero.