Mes: May 2016

LOS CAMINOS COMUNES

En varias ocasiones versamos ávidamente sobre los encuentros del alma, como seres que poblamos unidos  estos muros de cobijo pausado adquirido, y encontramos respuestas inverosímiles a toda suerte de preguntas tácticas que ametrallan nuestro pensamiento instantáneo.

Y surgen toda clase de teorías místicas amparadas por una común ilusión de conjunción ancestral y como no, venidera.

Nos imaginamos juntos en otra era, en otra forma o en otra vida. Nos vemos compartiendo un destino común, un encuentro energético permanente, un camino que surgió de la nada, y del que de alguna manera espontanea,  comenzamos a formar parte sin fin.

Compartimos con ciertas personas este juego vital, y pienso que por encima de toda esta estructura social existe un nexo cósmico que nos enlaza quizás buscando una finalidad concreta. No somos personas solitarias, y no creo que seamos almas solitarias.

A mi lado siempre ha habido personas que sospecho que siempre han estado junto a mí, y tengo esa profunda sensación que a veces surge en los silencios de la mente, que nuestro camino ha de seguir compartido de una u otra manera.

Así, en estas gratas conversaciones, soñamos con toda clase de reencarnaciones, encuentros pasados, y recovecos espacio temporales donde irremediablemente la parte vivaz de nuestros seres, se hallará una vez más frente a frente, compartiendo un común destino.

A pesar de la dureza de la vida en algunas ocasiones, y sea cual sea nuestro cometido en este mundo, me parece de alivio para el alma pensar en esta conjunción a un nivel sublime.

Puede ser no obstante una vez más, un acto de nuestra mente humana invadida por tantos factores sociales que tienden a humanizar nuestro espíritu y que inconscientemente  nos alejan con miedo de una existencia individual, como si nuestra alma, acostumbrada a este tipo de suerte, no pudiera caminar sola.

Se agradece no obstante, el pensamiento compartido, la visión conjunta, la empatía sublime, el abrazo certero, la magia del aliento, y todas las demás ideas que podamos imaginar.

Sea como sea, imaginemos juntos  nuestro destino, aunque solo sea por que parece una linda historia.

Un abrazo.

Toño Molero.

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LAS IMPRESCINDIBLES ALMAS DE LA MAGIA

Arropado por los soles locos de mayo que perfilan las primeras horas hábiles, me escondo acurrucado bajo el aroma tenue a madera firme, asomada una oreja a los sensuales «Bower and Wilkins» del estudio, y permanente el ojo sobre los últimos párrafos del capítulo aquel en que alguien blande una espada gigante con fines poco amistosos.

Me distrae la magia penetrante de un sonido que se entrelaza perfecto

Mike Dawes  con una maltrecha guitarra, se esfuerza sin lograrlo, en hacer parecer humano una especie de sonido del alma, al que no podría definir más que como imprescindible.

No puedo imaginarme tanta magia concentrada como fruto de un esfuerzo mantenido tras muchos años de batalla, sin que exista detrás una especie destreza espiritual adquirida de nacimiento, quizás por una clase de fortuna ancestral.

Está presente en la naturaleza humana esta magia creativa, al igual que convive con una especial adicción por parte del receptor. Y a mi personalmente, me transforma en otro personaje, que se siente extraño ante tanta locura.

A veces, la capacidad parece casi infinita, y apenas veo al hombre que se esconde tras tanta genialidad, y entonces sueño con acordes y letras encadenadas, para despertarme frustrado por no poder reconocer ningún camino hábil.

Pienso en la fortuna del creador, en su halo de satisfacción permanente, en su endemoniada reencarnación, y sobre todo su maldita aportación febril que nos contagia.

Mi mente se centra ahora en las artes en general, en la palabra perfecta, en la nota precisa, en el golpe certero de la habilidad extrema, y me planteo la necesidad extrema de que al menos uno mismo sienta lo que hace con esa misma intensidad.

El mundo no podría ser de otra manera. Igual que las ideas, hay cosas que surgen con algún fin específico. Unos crean y otros disfrutan de la creación. Unos anhelan y otros flotan sobre los días con el imprescindible alma de  la magia.

Yo , me conformo con ser espectador de primera.

Un abrazo.

Toño Molero.

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EL SUFRIMIENTO ESPONTÁNEO

Muchas veces recuerdo el momento de mayor sufrimiento de mi vida. De los tres días que mi madre pasó en el hospital, el último fue desgarrador. Recuerdo perfectamente como parte de mi alma se me fragmentaba violentamente con la certeza absoluta de que nunca más volvería a ser lo que era.

Pero en las noches donde el viento sopla rabioso, despertando los tejados añejos y asustando a las más audaces criaturas, y donde parece que todo lo domina con maestría solemne, en esas noches donde el sueño es difícil, y el calor del hogar no es suficiente, entonces me olvido de mí,  y me pregunto aterrado que sentiría ella en esos momentos tan eternos para la mente.

Qué puede sentir alguien ante la certeza inminente de su muerte. Un sufrimiento espontáneo de tremenda dimensión para el cual no logro entender si hay cura posible.

Quizás se trata de que no somos capaces de medir el tiempo racionalmente, y no entendemos nada de esta vida, pues a pesar de su intensidad, apenas parece ser una pequeña partícula atómica en un espacio infinito.

Qué rápido pasan las vidas, y que lento se nos hace un instante de ellas.

No estamos entrenados en el arte de morir, a pesar de su acto certero, y constantemente queremos ser inmortales en nuestro pequeño refugio terrenal.

Y entonces llega ese sufrimiento espontáneo, esa fractura de la mente que nos asoma a nuestra verdadera realidad, y que nos hace mortales de necesidad,  que parece infinito en nuestro cerebro de juguete, y que se estremece ante el acto más verdadero que conocemos.

Uno es capaz de entregar toda su vida para atajar un pequeño instante inexcusable e inevitable, y la única respuesta es la sumisión total y absoluta de nuestra poderosa existencia.

Demasiadas teorías para explicar mi visión en unas escasas palabras.

Sólo, asustado a veces por las circunstancias, me retuerzo nervioso ante una realidad que nos ronda la vida sin que podamos olvidarla.

En estos días, yo se de lo que me hablo.

Un abrazo.

Toño Molero.

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LA RABIA DEL MOMENTO

Siento una insana costumbre corriendo por mis neuronas gamberras, que en esencia podría generalizar a la tropa en general, y que consiste vagamente en asumir inesperada e incomprensiblemente las cosas que nos encaraman los próceres, mandatarios varios, gerifaltes y demás especies del momento, incapaces de extinguirse a pesar de la moda humana de acabar con cualquier especie que destaque.

A la sombra de cualquier suceso cuya explicación se hace cada vez más demandada, por ese asunto de la información mundial, recibimos las respuestas mas absurdas, las excusas mas tristes, y los silencios más austeros.

Constantes teorías bullen a nuestro alrededor, abriéndonos en canal la mente y demasiado a menudo el cuerpo, y practicado heridas infecciosas en el alma, lo cual es la parte peor.

Entonces sentimos la rabia del momento, y luego nos reímos absurdamente, comentamos los hechos en la manada, y asumimos con destreza que el mundo continua lentamente sin que nada haya cambiado, sin que nada pase en realidad.

Imagino que el mundo en su humanidad siempre ha sido así, corrosivo por la propia naturaleza humana. Y sí, sorprendentemente funciona, quizás debido a esa maldita adaptación social nuestra que hemos cultivado y abonado defensivamente, y que a pesar de la rabia del momento, nos mantiene inertes y distraídos como pequeñas estatuas esperando el próximo acontecimiento.

Esta costumbre arraigada en nosotros perdura por los tiempos. Quizás podamos olvidarla algún día, o quizás no sea necesario, porque esta sociedad se descomponga, fruto de la codicia de algunos, y de la ignorancia de otros. En algún punto pasaremos de la cordura a la locura, o viceversa,  y algo diferente sucederá. Pero esto apenas son conjeturas irreverentes propias de una escasa reflexión de naturaleza instantánea.

El mundo me parece mucho más complejo, básicamente por los seres que lo pueblan y que a veces parecen no encajar en su espacio natural.

La racionalidad nos hace a veces irracionales, y siento como una parte del fracaso va innata en nuestra naturaleza.

¿Seremos capaces de contener tanta presión bajo este contenedor vital que nos acoge?.

Solo estoy convencido de que este no es nuestro verdadero ser, nuestra naturaleza humana, nuestro cometido o camino, y que tarde o temprano, algo deberá cambiar profundamente en nuestra visión de este mundo.

Un abrazo.

Toño Molero.

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